jueves, 10 de enero de 2013

E N M I O P I N I O N: Por: Ricardo Tribin Acosta


Solidaridad sin límites

Una muy querida amiga me contó la siguiente historia que me impactó cual más y que le ocurrió a ella en una calle. Resulta que un conductor imprudente, de esos que anda súper rápido sin saber porque, atropello a una pobre patica que iba pasando de un lado a otro con sus cinco críos. El alboroto fue enorme pues volaron plumas a doquier y el pobre animalito quedó casi muerto en la vía, mientras que sus hijitos permanecieron a un lado, llenos de confusión. 

Nadie hizo mayor esfuerzo por ayudar, excepto detener el ritmo de sus vehículos para evitar atropellarla de nuevo.

Netti, mi amiga, se bajó entonces de su carro y fue y recogió la patica, se cuadró y luego la puso a lado de sus paticos. Estando en esas se le aproximó un niño de unos siete años quien llorando le dijo: gracias, muchas gracias, señora por tener compasión de la mama y de sus hijitos. Ella dejo entonces a la madre pata con su familia, con la grata sorpresa que esta empezaba ya a reaccionar favorablemente y de ver sus paticos a acercársele más y rodearla de cariño, lo cual sin duda alguna le dio más ánimos para recuperarse.

Esta sensible historia me acuerda de la parábola del buen Samaritano que recogió y ayudó al herido, después de que dos personajes lo habían negado su apoyo, quizás por ir demasiado de prisa o por evitarse problemas, según su concepción de la vida. El ejemplo de la patica me conduce a recordar acerca de cuantas veces no nos ha ocurrido algo similar con un ser humano que requiere ayuda y que quizás, si se la diéramos de inmediato, sin aprehensión alguna le salvaría su vida, tal y como aconteció en esta historia.

http://ricardotribin.blogspot.com

Miami, Enero 9 de 2013

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